Máty llega con una propuesta que mezcla rock alternativo y shoegaze sin perder ese toque emocional y vulnerable que la distingue. En Ghost, su más reciente sencillo, la crudeza lírica y la fuerza instrumental se combinan en un tema que no solo se escucha: se siente como un golpe directo al pecho.
Ghost
La letra de Ghost es una confesión en carne viva. “My ghost is overdosing, I’m floating, I died now I’m decoding” se repite como una declaración entre la pérdida y el colapso. Habla del vacío, de ese punto donde ni el cuerpo ni el alma parecen tener control.
La canción transmite la sensación de estar atrapada en una espiral: “Cut my throat and let it bleed, sedating everyday it seems”. No hay filtro. Todo está dicho desde lo más oscuro del dolor. Pero lo que me impactó es cómo logra convertir esa oscuridad en algo casi poético, como una carta escrita desde el fondo de un abismo.
La música de Máty
El trabajo de producción en Ghost es impecable. Las guitarras —a cargo de Steve Missal— tienen una textura vibrante que envuelve como neblina. El bajo de Ian Young y la batería de Dan White sostienen la canción con una dinámica intensa que no te suelta. Y la voz de Máty Rodríguez… es otro nivel. Suave, profunda, desgarradora. Brilla con potencia en cada estallido. Esta canción merece escucharse en alto, con atención, y más de una vez.
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Máty hits hard with a blending of alternative rock, and shoegaze vibe, she brings something raw and emotionally charged. Her latest single Ghost hits like a slow-burning confession wrapped in heavy distortion and cinematic tension.
The lyrics are brutally honest. “My ghost is overdosing, I’m floating, I died now I’m decoding” repeats like a mantra in free fall. It’s about feeling lost, disconnected, and overwhelmed. Lines like “Cut my throat and let it bleed, sedating everyday it seems” capture a numb struggle. There’s no pretense—just raw emotion, shaped into poetry. The song doesn’t explain—it bleeds.
The music of Máty
The production is exquisite. Guitars by Steve Missal shimmer with intensity. The rhythm section—Ian Young on bass, Dan White on drums—keeps the track grounded yet dynamic. And Máty Rodríguez’s vocals? Soft, deep, and then explosively brilliant. This is a song to play loud and on repeat.
If you love music with soul and scars, don’t sleep on Máty. Follow her on social media, and of course, stay tuned for more of my recommendations so you never miss what’s shaking the music scene.
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